Batas blancas

Crónica de muchas muertes anunciadas

February 16, 20257 min read

“Me atrevo a suplicar a Su Majestad que ponga todo el peso de su inmenso prestigio moral al servicio de los niños por nacer. Ojalá permita el cielo que persista al menos un estado continental cuyo jefe no ha abandonado la vida de sus súbditos más jóvenes…Que Su Majestad tenga a bien perdonar esta gran libertad, grito del corazón de un médico de niños desafortunados”.

Jérôme Lejeune, Carta a S.M. el Rey Balduino de Bélgica, 19-III-1990)[1]

 

Durante su estancia en Bélgica, los días 27 y 28 de septiembre de 2024, el Santo Padre Francisco ha querido rendir homenaje al rey Balduino acudiendo a la cripta real de la iglesia de Nuestra Señora de Laeken. Acompañado por el rey Felipe y la reina Matilde el Papa rezó ante la tumba del soberano católico que en 1992 abdicó durante 36 horas para no firmar la ley que legalizaba el aborto. Después de elogiar la valentía de Balduino, el Papa pidió seguir su ejemplo en un momento en que «leyes criminales» siguen ganando terreno.[2] Durante el vuelo de regreso a Roma una periodista de la RTBF la televisión estatal francófona belga cuestionó al Papa sobre el gesto y las palabras que pronunció: «Sus palabras sobre la tumba del rey Balduino causaron un poco de asombro en Bélgica», dijo ella. «Pero tú sabes que el asombro es el comienzo de la filosofía, ¡y eso está bien!», respondió el Papa.[3]

«El rey fue valiente porque, ante una ley de muerte, él no firmó y dimitió», dijo el Pontífice en la entrevista durante el vuelo de regreso a Roma, y continúo: «¡Hay que ser valiente! Se necesita un político “con pantalones” para hacer esto, hace falta coraje. Esta es una situación especial y él con esto también dio un mensaje». Acto seguido el Papa expresó su deseo de que la causa de beatificación del rey continúe. A la pregunta de cómo conciliar el derecho a la vida, la defensa de la vida, y también el derecho de las mujeres a una vida sin sufrimiento, respondió así el Papa: «Son todas vidas… las mujeres tiene derecho a la vida: a su vida, a la vida de sus hijos. No olvidemos decir esto: un aborto es un asesinato. La ciencia dice que ya a un mes de la concepción están todos los órganos. Se mata a un ser humano, se mata a un ser humano. Y los médicos que se prestan a esto son —permíteme la palabra— sicarios. Son sicarios. Y esto no se puede discutir. Se mata una vida humana. Y las mujeres tienen derecho a proteger la vida… Hablo del aborto. Y eso no se puede discutir. Lo siento, pero es la verdad»[4]. No, no lo sienta, santo Padre. Proponer la verdad, defenderla con humildad y convicción y testimoniarla con la vida —como hizo Balduino en aquella histórica decisión y como ahora lo hace usted— son formas eminentes de caridad. Y muchos le agradecemos la claridad y contundencia con que se ha pronunciado sobre el tema.

Durante la Cumbre Internacional sobre los Derechos de los Niños, celebrada el 3 de febrero de 2025 en el Palacio Apostólico Vaticano, en la Sala Clementina el Papa Francisco pronunció un largo discurso titulado “Amémoslos y protejámoslos”, un discurso que, como dijo la corresponsal de Vatican News, «hizo contener la respiración porque el Papa habló de los niños que el mundo, con su fealdad y su violencia, ha herido, porque las cifras que hablan de la condición de la infancia hoy son aterradoras y porque no se puede dejar de mirar a los ojos de los más frágiles, y no escuchar sus silencios, sus gritos y llantos porque son palabras, son pedruscos que duelen». «No es aceptable — dijo el Santo Padre— lo que lamentablemente hemos visto casi a diario en los últimos tiempos, a saber, niños que mueren bajo las bombas, sacrificados a los ídolos del poder, de la ideología y de los intereses nacionalistas. En realidad, nada se puede comparar con la vida de un niño. Matar a los pequeños es negar el futuro»[5].

Al enunciar los dramas a los que están expuestos los niños, el Papa denunció el «exagerado individualismo que ocasiona no solo que los niños sean maltratados, sino incluso suprimidos por quienes deberían protegerlos y criarlos»[6]. «¿Cómo es posible que la vida de un niño acabe así? No, no es aceptable y debemos resistirnos a acostumbrarnos. La infancia negada es un grito silencioso que denuncia la iniquidad del sistema… estamos hoy aquí para decir que no queremos que esto se convierta en una nueva normalidad. No podemos aceptar acostumbrarnos a esto. Ciertas dinámicas tienden a insensibilizar a la humanidad, provocando un endurecimiento general de las mentalidades. Corremos el riesgo de perder lo más noble del corazón humano: la piedad y la misericordia»[7], afirmó el Papa.

—“¿Tiene todo esto algo que ver con nosotros?” —“Desgraciadamente, sí” — “Pero si nosotros vivimos en el católico Occidente de México, regado por la sangre de los mártires, no en un país descristianizado del Primer Mundo”. —Pues lamentablemente, también entre nosotros, siguen ganando terreno leyes criminales, que niegan a las personas derechos fundamentales y abren la puerta a las más terribles formas de abuso en contra de los más indefensos y vulnerables. Desgraciadamente, nos han faltado “políticos con pantalones”, por usar las palabras del Papa. Corremos grave peligro de acostumbrarnos y volvernos insensibles ante lo que parece ser la “nueva normalidad”: el que la violencia generalizada que se vive en nuestro país atente también contra la vida de los más vulnerables e indefensos de todos: los niños y niñas en gestación en el vientre materno. Y esto porque un grupo de sicarios con bata blanca, sí, con cédula profesional y todo, ha abierto las puertas de un abortorio en nuestra ciudad.

No vamos a repetir aquí todo lo que sobre el tema hemos escrito en otros momentos. Nos limitamos a levantar la voz, e invitar a todos a que no permitamos la normalización del asesinato de los niños en el vientre materno. La naturaleza y dignidad humanas no pueden depender del peso, el tamaño, la edad o la productividad: desde el momento mismo de la fecundación estamos en presencia de un individuo de la especie humana, un proyecto-programa individualizado con todo lo necesario para desarrollarse si encuentra el ambiente adecuado y los recursos para hacerlo. Y si se trata de un miembro de nuestra especie hay que garantizarle el reconocimiento y respeto de todos los derechos, siendo el primero de ellos el derecho fundamental e inalienable de todo ser humano a la vida.

Una sociedad que tolera el asesinato de los niños es una sociedad que ha perdido el alma. Un médico que se presta para asesinar ya no reconoce la diferencia entre la medicina y la veterinaria, o todavía peor: ha prostituido su saber, convirtiéndose en un sicario dispuesto a asesinar por encargo. Un papá o una mamá que voluntariamente atenta contra la vida de sus hijos comete el más terrible de los actos de terrorismo.

¿Es este realmente el mundo que queremos heredar a las generaciones que vienen detrás de nosotros? ¿Estamos dispuestos a tolerar que se asesine a niños indefensos? ¿Quedarnos como si nada pasara acaso no nos convierte en cómplices del más terrible de los genocidios?

¡Que Dios se apiade de nosotros y toque el corazón de quienes pareciera no tienen corazón!


[1] Citado en: Dugast, A., Jérôme Lejeune, La libertad del sabio, Encuentro, Madrid, 2020, p. 380. Véase también: Dugast, A., Jérôme Lejeune, un retrato espiritual, Palabra, Madrid, 2022, p. 185. Aude Dugast es la postulada de la causa de canonización del profesor Lejeune.

[2] La oficina de prensa de la Santa Sede transmitió esta información mediante una nota difundida a través de Telegram.

[3] Francisco, Entrevista durante el vuelo de regreso, 29-IX-2024, en: (https://www.vatican.va/content/francesco/es/ speeches/2024/september/documents/20240929-belgio-voloritorno.html)

[4] Íbid.

[5] Francisco, Discurso, 3 de febrero de 2025; en: https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2025/ february/documents/20250203-summit-diritti-bambini.html

[6] Íbid.

[7] Íbid.

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